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jueves, 11 de agosto de 2011

PADRE LUIS MARÍA ETCHEVERRY BONEO

Fundador de las Servidoras


Luis María Etcheverry Boneo nació en Buenos Aires el 18 de Octubre de 1917, en el seno de una familia profundamente cristiana y de alto nivel cultural. Sus padres fueron Rómulo Etcheverry Boneo, prestigioso abogado y miembro de la Suprema Corte de Justicia de La Plata y Julia Barrios. Realizó sus estudios primarios en La Plata. Al cumplir los doce años manifestó a sus padres el deseo de entrar en el seminario. Aconsejado por monseñor Boneo, su tío abuelo y obispo de Santa Fe, antes de entrar en él, cursó los estudios de la secundaria en distintos colegios maristas de la Plata y de la Capital Federal. De su vida de piedad, se destaca su devoción al Sagrado Corazón y su filial amor a la Virgen.

Después de unos cursos en la Facultad de Derecho, Luis, en el año 1936, ingresó en el seminario de Villa Devoto. Seis meses después, al reconocer sus sobresalientes dotes de inteligencia y su profunda vocación sacerdotal, el Cardenal Copello y el Rector, de común acuerdo, dispusieron que Luis fuera enviado a Roma, para que continuara sus estudios de filosofía y teología en la prestigiosa Universidad Gregoriana, hasta recibir la licencia y el doctorado. Completó su formación en el Colegio Pío Latinoamericano.
El 11 de Abril de 1941 Luis es ordenado sacerdote.

A causa de la Segunda Guerra Mundial, el Cardenal Copello lo llamó de regreso a Buenos Aires. Con ello debió interrumpir sus estudios de doctorado. Llegó a la Argentina el 10 de Noviembre de 1943. En Buenos Aires, se le encomendaron distintas tareas eclesiales, en parroquias y colegios, en Círculos y Centros de Acción Católica, en el Seminario Arquidiocesano y en la misma Curia Arquidiocesana, en los cursos de Cultura Católica.

Durante casi diez años fue el principal gestor ante las autoridades civiles y religiosas de la fundación de la Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires. Entre múltiples iniciativas culturales, fundó la Sociedad Argentina de la Cultura, de la que dependían cinco colegios universitarios. Creó el Colegio San Pablo para varones y, más tarde, el Colegio San Pablo para mujeres, actualmente Colegio Luis María Etcheverry Boneo, en honor a su fundador. En 1961, instauró la Fundación Cultural Argentina en la estancia La Armonía, como centro de espiritualidad, evangelización y cultura. En 1952, fundó la Asociación de las Servidoras, como nueva forma de vida consagrada, destinada a colaborar en las distintas tareas de la evangelización y de la cultura.

Maestro innato, se dedicó continuamente a la enseñanza a través de cursos, conferencias, homilías, retiros…. Sin embargo, destinó su mayor tiempo y energía a la formación y a la dirección espiritual de las personas, en las que supo despertar el anhelo de la santidad. “El Padre Luis María Etcheverry Boneo, era un sacerdote de una capacidad intelectual extraordinaria, muy austero, severo consigo mismo y, al mismo tiempo, muy humilde y bondadoso con todos. Era un sembrador de santidad, sobre todo, como director espiritual de jóvenes universitarios, de profesionales católicos y de muchísimas parejas crecidas en su escuela. Formaba almas a la santidad de la vida. Llevaba a las cumbres de la santidad pagando personalmente” (Monseñor Albino Mensa, arzobispo de Vercelli).

Durante un viaje a Roma, se detuvo en Madrid. En este viaje comenzó a sentirse indispuesto. El miércoles 19 de Marzo de 1971, el padre fue al Sanatorio- Hospital San Pedro, donde el médico de guardia lo auscultó, lo palpó y le hizo la radiografía. El cirujano aconsejó una operación de urgencia que se realizó a las nueve y treinta de la noche. Se encontró que el colon estaba distendido y próximo a la rotura, pero se dejó para más adelante la resección del mismo.

A las cuatro de la mañana del 18 de marzo, el padre sufrió un colapso periférico, casi sin pulso, sin tensión y con mucha taquisnea. Le costaba respirar y le pusieron oxígeno. Hacia las ocho y cuarto entregó su alma a Dios.

En un primer momento, el cuerpo fue velado en la capilla. Mientras tanto, se hacían los trámites para su traslado a Buenos Aires. Allí en la calle Lacrote 2100, en la capilla de las Servidoras, se llevó a cabo el velatorio. La Misa exequial, se celebró en la Iglesia del Pilar, presidida por el Cardenal Arzobispo Antonio Caggiano, cuyas palabras resonaron ardorosas: “El Padre Etcheverry fue, sin duda, un sacerdote para el prójimo, para los hermanos en la fe, para la juventud, para los futuros apóstoles de Cristo, para quienes están llamados a ser dirigentes en todas las actividades y sectores sociales”

Elsa Lorences de Llaneza