Con la humildad, usted será muy agradable a Jesús y a nuestra Madre celestial.
Con la humildad del corazón, atraerá sobre usted las miradas especiales de Dios, que son miradas de dulzura, bondad, amor, misericordia y perdón.
Con la humildad del corazón, usted agradará de tal modo a Jesús quien, en las comuniones, llegará a su corazón y a su espíritu para santificarlo.
Con la humildad del corazón, usted preparará una cunita a Jesús, que desea reposar en su corazón después de la comunión.
Con la humildad del corazón, Jesús se unirá más estrechamente a su alma y la llenará de sus dulzuras y finezas de su amor.
Con la humildad del corazón, usted pondrá contento a Jesús y endulzará las amarguras que le causan los orgullosos y los soberbios.
Con la humildad del corazón, muy pronto desaparecerán el orgullo, la propia voluntad, el apego a las criaturas, para pensar sólo en Jesús y complacerlo en todo y por todo.
Con la humildad del corazón, su corazón se vaciará de todos los sentimientos humanos, para llenarse sólo de pureza, caridad, virtudes, de santo amor de Dios y de su Madre.
Con la humildad del corazón, logrará muchos y grandes merecimientos para la vida eterna. ¡Qué gran premio recibirá en la vida, si en ésta habrá sido muy humilde!
Padre Pascual Pirozzi
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