Hermana Carmelita de la Caridad
El 25 de Julio de 1884 nacen en Bilbao, norte de España, las mellizas Leonor y Pilar Maturana, en una familia de sólidas creencias religiosas.
A los cuatro años van al colegio de las “Hijas de la Cruz”. Allí aprenden a leer, escribir y a valorar las verdades de la fe. Eran tan parecidas entre ellas, que todos las confundían, hasta la madre. Leonor llegó a ser destacada profesora de música, canto e idiomas. Desde pequeña, Leonor se distinguía por sus gracias y ocurrencias, que hacían reír a todos cuantos la trataban.
A los quince años, las hermanas, ya habían trazado su camino de vida: ser religiosas. Leonor dirigió sus pasos hacia las Hermanas Carmelitas de la Caridad y Pilar llamó a la puerta de las Mercedarias y más tarde fue la fundadora del Instituto Misionero de Berriz.
Durante el noviciado, Leonor no solo aprendió el espíritu de oración, de caridad y de servicio de la Fundadora, Santa Joaquina Vedruna, sino también su gran pasión por las almas y su deseo de colaborar en las grandes necesidades de la iglesia, Entonces florece en ella el deseo de abrirse al gran mundo de las misiones.
Cuando el Instituto proyectó abrir sus casas en la Argentina, Sor Leonor se ofrece a ir.
Seis religiosas viajan a la ciudad de Suipacha (Buenos Aires), para fundar una escuela con pupilas y externas. En los primeros días sufrieron agudos y peligrosos momentos de nostalgia, que Leonor distraía con sus acostumbradas payasadas, cantando y bailando.
Decía ella en sus conversaciones: “Me llama siempre la atención el vivir santamente alegre, pues observo que, a veces, se puede ensanchar el corazón de la Hermanas, y hasta el de la superiora, con una simple sonrisa al encontrarlas. Me parece que complazco a Jesús, alegrando y dulcificando en lo posible la vida de comunidad, demostrando en todas las ocasiones, a las Hermanas, que las quiero de veras. ¡Es tan agradable sentirse amado!
Las monjitas vivían de los productos del campo, que la gente del pueblo compartía con ellas. La escuelita era pequeña pero animada. Las religiosas habían ido a Suipacha, para vivir personalmente el Evangelio y enseñárselo a las niñas y sus familias. Sor Leonor gozaba del silencio y la oración.
En el año 1930, Sor Leonor fue nombrada superiora de Suipacha. En una de sus cartas dice: “¡Si vieras que ganas tengo de ser Santa! Hace tiempo tenía deseos de morirme, para estar con Dios y verlo por fin amado del todo. Ahora, sin quitárseme ese deseo, me dio el Señor, por su bondad, una luz de la brevedad de esta vida, junto con su afán de aprovecharla bien y hacer algo en provecho de las almas”….
El 27 de Noviembre de 1930, enferma gravemente y es trasladada a Buenos Aires e internada en el Hospital Rivadavia. El 5 de Enero de 1931, la operan de un cáncer en el estómago. El 27 del mismo mes, la llevan en estado muy delicado, al colegio de Belgrano donde muere al día siguiente, momentos después de haber recibido la Eucaristía.
Inmediatamente, la gente de Suipacha se moviliza para que la Hermana Leonor descanse en ese pueblo. En un mes superaron los trámites y lograron que sus restos fuesen sepultados en el frente del templo parroquial.
En el año 1953, se inicia la causa de beatificación y en diciembre de 1993 el papa Juan Pablo II, aprueba el decreto sobre las virtudes.
Elsa Lorences de Llaneza
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