sábado, 6 de agosto de 2011

Sor Ludovica de Angelis

Creadora del Hospital de Niños de la Plata



Sor Ludovica nació en San Gregorio, a pocos kilómetros de la ciudad de L’Aquila, donde murió y es venerado el gran misionero franciscano San Bernardino de Siena.

El 14 de noviembre de 1904, ingresó como postulante en el noviciado de las Hijas de la Misericordia de Savona. El 3 de Mayo de 1906, hizo la profesión religiosa. El 14 de noviembre de 1907, se embarcó en Génova y llegó a la Argentina como misionera.

En sus comienzos, fue destinada al Hospital de niños de La Plata. Sus primeras tareas fueron la cocina, la despensa y el guardarropa. El Hospital, se componía de una alambrada, un portón y un par de salas de madera, es decir casi galpones.

El Director del Hospital se llamaba doctor Carlos Cometto. Al recorrer diariamente las dependencias del modesto Hospital, quedó impactado por el don de gentes y el sentido de responsabilidad de la religiosa y pensó ponerla de administradora.

Entre el doctor y la religiosa se trabó una lucha sorda. En esa porfía, la una quería demostrar su incapacidad y el otro, afirmar y afianzar su propuesta. Al fin, para suerte del Hospital de Niños, ella accedió y aceptó el cargo.

Seis años después, a la muerte de sor María Rita Libardi, superiora del Hospital, el doctor Cometto, propuso a sor Ludovica como superiora, hallando las mismas resistencias en la interesada. Gracias a la intervención de la Madre Provincial, también esta vez Sor Ludovica, hija de la obediencia, agachó la cabeza y accedió al cargo, que conservó prácticamente hasta la muerte.

Los primeros tanteos de Sor Ludovica de Ángelis fueron difíciles y complejos. Tenía que dar órdenes, admitir personal, tomar decisiones, distribuir tareas, delegar responsabilidades y, sobre todo, vigilar.

He aquí el primer logro, como se expresa Raúl Romero: “Sor Ludovica luchó y logró quitar al Hospital de Niños, toda la frialdad de los hospitales clásicos”.

Durante esos primeros años, la religiosa aprovechó todo momento libre, para aprender y ejercitarse en todos los oficios propios de una enfermera. Llegó a ser una experta colaboradora de los médicos hasta en el quirófano.

El doctor Gorostiague así la describe: “Sor Ludovica se desempeñaba como anestesista, ayudaba en los actor operatorios, aplicaba inyecciones, realizaba curaciones y, secundada por las Hermanas, hacía de serena. Desempeñaba todos los menesteres, hasta los más humildes, para que el Hospital alcanzara el funcionamiento normal”.

Ludovica repetía a menudo: “No olviden que aquí, antes de cualquier cosa, están los niños….. Y, si no son bien atendidos, aquí todo está de mas, desde el director hasta el último peón”. Con voz unánime todos decían: “ Sor Ludovica es la madre de todos”.

Las Hermanas del Hospital, se hallaron frente a un problema dramático: Qué hacer, con los niños huérfanos o abandonados por sus padres, quienes, después de haberlos internado en el Hospital, se despreocupaban de ellos. Todas ellas con Sor Ludovica a la cabeza, decidieron tomarlos a su cargo, asumir la tarea de hacerlos crecer, educarlos, prepararlos para la vida, enseñarles un oficio o una profesión. De esa manera, esta mujer de pocas letras, transformó el Hospital en un Hogar-Escuela.

La salud de Sor Ludovica, siempre fue muy frágil, aunque ella buscaba esconder sus sufrimientos. La extirpación de un riñón en el año 1935, le causó insomnios y muchas molestias. En el año 1957, fue atacada gravemente por un edema pulmonar, tanto que se temía que no pudiera sobrevivir.

Además de los sufrimientos físicos, debemos añadir los espirituales. El importantísimo cargo de administradora y de la sucesión de magníficas obras que salían de su creatividad y de su espíritu emprendedor para el bien de los niños y el progreso del Hospital, suscitaron entre los celosos y envidiosos un avispero de prejuicios, críticas, calumnias, acusaciones, imputaciones, intrigas, sañas, intervenciones…. Además, tuvo que soportar siete acusaciones por malversación de fondos… ¿Qué hacía la monja? Frente a las calumnias callaba y “en los momentos de más profunda aflicción, se ponía con los brazos abiertos ante el sagrario pidiendo perdón para sus calumniadores”.

El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires quería imponer el nombre de la religiosa al Hospital de Niños. Ella lo rechazó resueltamente. Sólo se lo pudieron asignar después de su muerte.

La Hermana Ludovica falleció el 25 de febrero de 1962. Después de largo y minucioso proceso, el papa Juan Pablo II, proclamó la heroicidad de las virtudes., Ya se está avanzando en el estudio del milagro.

Fueron frutos de los desvelos y constante preocupación de Sor Ludovica, el solarium de Punta Mogotes de Mar del Plata, el actual pabellón de Cirugía, la capilla de City Bell y otras salas. Estas obras nos la presentan como la auténtica creadora de lo que, en su mayor parte, constituye hoy el Hospital de Niños (del decreto oficial).

Elsa Lorences de Llaneza

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