sábado, 6 de agosto de 2011

Fray José León Torres

Fundador de las Hermanas Mercedarias
del niño Jesús


Al oeste de la Sierra Grande de Córdoba, está el pueblo de Luyaba, situado entre Villa Dolores y Cura Brochero. Aquí, en Luyaba, nace el Padre José León Torres el 19 de Marzo de 1849.

A los catorce años, José sintió nacer el deseo de trabajar por el Reino de Dios y llama a las puertas del convento mercedario de Córdoba. En este convento, José se prepara en estudios humanísticos, noviciado, profesión simple y solemne, estudios filosóficos y teológicos y el sacerdocio.

El 27 de Abril de 1873, el Padre José fue ordenado sacerdote. A lo largo de toda la vida fue un generoso, entusiasta y alegre servidor de la Orden de la Merced.

He aquí, en apretada síntesis, su foja de servicios: Maestro de novicios; catedrático de teología, para preparar a los jóvenes al sacerdocio; capellán de la Cofradía de la Merced; muy a menudo vicario provincial y superior provincial; visitador de los demás conventos; recuperador de otros conventos perdidos durante las turbulencias y convulsiones político-sociales; restaurador de iglesias; fundador de nuevos conventos; consejero en el estudio y aprobación de las nuevas constituciones, favorecedor de la Revista Mercedaria; vicario general; asesor en el Sínodo Diocesano y fundador del Instituto de las Hermanas Mercedarias…

En sus giras de superior y visitador de conventos, el padre se decía: “¡Qué lindo sería sí, junto con los Hermanos, hubiera Hermanas Mercedarias! ¡Qué exquisitas colaboradoras serían en la viña del Señor! ¡Cuánto bien harían a la juventud y a las familias en las escuelas, patronatos, oratorios, cursos y cursillos, retiros y orientaciones vocacionales!”.

Celebrando la Misa en la conmemoración de los 14 años de su primera Misa José, siente la inspiración de la fundación y el 1 de Octubre de 1887, nace el Instituto de las Hermanas Mercedarias del niño Jesús. Dos años después, gracias a la donación de un terreno en el barrio de Alta Córdoba, se comienza a proyectar lo que sería la gran Casa Madre.

En Córdoba el padre José, además de sus cargos de Superior, fue el confesor ordinario de varias comunidades, en particular del Monasterio de Santa Catalina, en el que vivía sor Leonor de Santa María Ocampo a la cual, el Padre, le ordenó que escribiera sus memorias para conocer más a fondo sus visiones y sus ansias de santidad.

Fue ella la que le confirma al Padre -después de su inspiración y cuando nadie sabía de ella-, que fundaría la congregación de las Hermanas Mercedarias al tener la siguiente visión: “Ve al Padre José junto a la Madre Santísima de la Merced, dando de comer a diez palomitas blancas (precisamente el número de las religiosas fundadoras).

En el año 1930, la salud del Padre se agrava notablemente. El 7 de diciembre recibe los Santos Sacramentos. Al conocer la gravedad de su estado, sus sentimientos se vuelven oraciones de confianza y humildad. El 15 de diciembre, entrega su espíritu en las manos del Señor.

Escribe la Hermana Cristina Achábal: “Nos atrevemos a llamar al padre José un Santo para tiempos difíciles. Porque vivió en una Argentina en crisis, profesó en una orden en crisis, fundó una Congregación en una Córdoba en crisis. Pero, curiosamente, nadie predicó menos que él sobre la crisis, y pocos trabajaron tanto como él para superarla, porque fue un trabajador incansable.

Elsa Lorences de Llaneza

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